viernes, 2 de octubre de 2009

Un consejo doy al que me escuche



Un consejo doy al que me escuche,
al que la melancolía aturde y desespera,
al que con fuerza se agarra a lo que queda,
a la pérdida, al desamor o el desencanto,
siendo sus íntimos compañeros en la vida.

Un consejo para que despierte la esperanza,
muerta a cañonazos mentales como en guerra,
enterrada a cal y canto como capullo sin flor,
en una cripta de la sin razón hermética,
rodeada de un invierno de frío helador.

Un consejo para los corazones marchitos,
sin cariño ni consuelo, malditos ellos,
para los que el amor anda muy lejos,
cerniéndose oscuras nubes de desencanto,
no encontrando salida a tanto llanto.

Todo renace y vuelve más ufano,
la esperanza nunca pierde su camino,
siempre detrás de un invierno del averno,
llega la luz de la hermosa primavera,
naciendo el amor con renovada bravura.

No desesperes y reflexiona internamente,
todo tiene su explicación en esta vida,
si sabemos aguantar estoicamente sus embates,
renaceremos como las crisálidas de un capullo,
fortalecidos y preparados para nuevos combates.

Ama la vida tal como es, sin despreciarla,
acepta lo que te venga del corazón humano,
aunque no quieras es como tú un hermano,
perdona y olvida lo que más te duela,
alcanzarás la paz, el consuelo y la dicha.

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