lunes, 17 de mayo de 2010
Yermo, vacío, seco.
Culpando al destino
lo que parece un desatino
en agónicos versos
de un semblante vencido.
Entonando el mea culpa,
por lo que mi mente abandona
la lucha encarnizada con mis demonios,
¡qué los aguante Hades en su infierno!
y dejen mi suicidio moral y anímico
a mi descontrol neuroquímico.
Tan seco y vacío me encuentro
como un tronco de secuoya viejo,
donde el moho se siente a sus anchas
viendo nacer toda clase de criaturas
alimentadas por la vacuidad de mis sentimientos.
No hay luz,
no encuentro mi camino
en medio de tanta sombra
obnubilando mi conciencia,
ni en el vademécum de mis inspiraciones
descubro el fuego necesario
para alumbrar tan peligrosa carencia.
Yermo, vacío y seco,
tres maliciosas palabras
lanzadas como un eco
a profundas oquedades
en cavernosas entrañas;
donde la sangre bulle
y la linfa explota en hilillos
derramándose por las aberturas de mis capilares.
No hay nada en la oscuridad reinante,
no se piensa,
ni se siente,
eres un ser inerte en la misma nada gobernante,
la fina soga que aguanta tu cuello
mientas sangras con tus ideas desnudas
enfrentándote......
con esa nada atemorizante
Yermo, vacío, seco,
como ese secuoya viejo,
así me encuentro.
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