domingo, 4 de octubre de 2009

El amor no sabe de colores, castas o razas



Te me hiciste necesaria de repente,
no paso a paso con el tiempo en otras cosas,
viniste como el curso de un torrente
segura y con decisiones maduras.

Sonriente, discreta, como si no pisaras,
apacible, luminosa y limpia de prejuicios,
como una niña con trajes nuevos,
no entendías de colores, razas o castas.

El amor era tu referente cuando me conociste,
quebraste mi santuario sagrado inexpugnado,
no podía creer que te convirtieses en mi amante,
asaltando siglos de rutina sin ningún sentido.

Juntando nuestras manos, nos juramos eterno amor,
miradas que penetraban más allá de un futuro dolor,
juntos permaneceríamos unidos ante las tempestades
que se avecinaban en nuestros pueblos vecinales.

Serénese el torrente y rompa mi santuario,
que tu amor rompa los tabiques de los prejuicios,
siglos de intransigencia queden sepultados,
como la fuerza de la corriente de un bravo río.

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