Recuerdo a la niña que por mi lado pasaba todo los días,
en el estío, con su botijillo para llenarlo de agua clara,
la veía pasar en las madrugadas, con su rosadita cara,
y prendado me quedaba de sus andares y miradas.
Corriendo me levantaba para poderla saludar,
mis ojos destellaban como faros iluminados,
la esperaba horas en la fuente del saladar
hasta que asomaba por la calle de adoquinados.
Pasaron los años y el asombro se convirtió en amor,
amor de adolescentes causando cierto dolor,
creciendo ella más deprisa en su madurez
creciendo yo atropelladamente en testarudez.
La niña se convirtió en mujer, todo un primor,
y yo seguía esperándola en la fuente por mi amor,
amor que nunca fue correspondido pese a mis intentos,
acercamiento y declaración de mis sentimientos.
Recuerdo a la niña del botijillo que por mi lado pasaba,
recuerdo que unas veces sonreía y me miraba
palideciendo y desmoronándome hasta los cimientos,
por un beso que me dió, ensalzando mis sentimientos.
en el estío, con su botijillo para llenarlo de agua clara,
la veía pasar en las madrugadas, con su rosadita cara,
y prendado me quedaba de sus andares y miradas.
Corriendo me levantaba para poderla saludar,
mis ojos destellaban como faros iluminados,
la esperaba horas en la fuente del saladar
hasta que asomaba por la calle de adoquinados.
Pasaron los años y el asombro se convirtió en amor,
amor de adolescentes causando cierto dolor,
creciendo ella más deprisa en su madurez
creciendo yo atropelladamente en testarudez.
La niña se convirtió en mujer, todo un primor,
y yo seguía esperándola en la fuente por mi amor,
amor que nunca fue correspondido pese a mis intentos,
acercamiento y declaración de mis sentimientos.
Recuerdo a la niña del botijillo que por mi lado pasaba,
recuerdo que unas veces sonreía y me miraba
palideciendo y desmoronándome hasta los cimientos,
por un beso que me dió, ensalzando mis sentimientos.
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