domingo, 11 de octubre de 2009

Ajusticiados



¿Que de tormentos no sufriría
la madre de un reo ajusticiado,
siendo inocente en las vistas,
pero maltratado por la conveniencia?.

Su alma gime doliente y contristada
sangra su cuerpo como al filo de una espada,
no tiene dinero para caros abogados
que saquen del corredor de la muerte....
al pronto ajusticiado.

Muere su cuerpo, su corazón languidece,
en pedazos se transforma su carne,
corre por pasillos carcelarios
en busca de remedios,
¡que sabe ella!
pobre infeliz....
de justicia humana.

Ella no es poderosa,
nada le pertenece, sólo las escaleras que limpia
como sustento de su familia,
¿como iba a pagar las minutas
los alegatos y las cogorcias de estos....
que se llaman abogados?,
de estos adinerados,
cuya alma perdieron cuando pactaron
con Satanás el mundano.

Fría es la cárcel,
gélida es la muerte,
la que se oye rondar por los pasillos de los reos,
la que aúlla por la próxima carnaza,
¿en la silla eléctrica?,
mejor, más churruscaditos,
¿en inyección letal?,
no..........huelen mal,
demasiado amorfos.

Y el hijo pide a gritos,
¡soy inocente!
pero nadie le escucha sus lamentos,
sus quejidos, sus llantos nocturnos,
sólo los muertos le comprenden,
ajusticiados inocentes
igual que él....
reos de un poder diabólico
que sólo defiende con dinero
lo que es defendible con amor.

En una fría tabla de madera
yace el reo gélido,
sus ojos , son puro espanto,
ha visto a la muerte .....
la ha tocado....
y sigue gritando angustiado:

¡soy inocente cabrones!

¡me habéis quitado mi vida!

Vuestra sangre está maldita
y vuestra carne marchita,
rezad, para que nos os caiga el peso de la justicia,
a esa misma que no tuve acceso,
tratándome como un loco, un asesino,
o un violador poseso..........
con asqueroso y putrefacto destino.

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