martes, 20 de octubre de 2009

Nunca es tarde



Tengo la boca como óxido ferroso,
amarga hasta la hiel, por falta de tus besos,
que por cobarde a veces y otras pretencioso,
he perdido el aroma, el néctar y el dulzor de tus labios.

Mi sangre se impacienta y en coágulos se detiene,
mis fluidos chocan unos contra otros desbocados,
nervios acrecentados por dudar de quien me sostiene,
sólo pido al viento tragar su brisa a grandes bocados.

Hoy me pasa factura la soledad, tu desplazamiento,
tus palabras mudas, mis sollozos a gritos,
hoy tengo ansias de amor como el agua de mis geranios,
nunca es tarde para volver a ver tu rostro al viento.

Nunca es tarde para saborear el roce de tus vellos,
el sentir de tu boca pegada a la mía cuando amanecía,
lo electrizante de nuestros cuerpos pegados,
despertando en un mundo de ensueños cada día.

Nunca es tarde para empezar donde lo dejamos,
sin echarse las culpas, sin morderse los labios,
nunca es tarde para el amor que nos profesábamos.

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