Seguiré esperando el año entrante
y en la eternidad reinante,
aunque todo desaparezca de mis pupilas
y el caos se instale en mis retinas.
Seguiré amando en secreto
para no ahuyentar su esencia,
prefiriendo una esperanza platónica
a un no puedo tétrico en mi conciencia.
La seguiré amando como a mi musa;
inspiradora de mis cánticos a su naturaleza
y de mis versos a su carácter y templanza,
siendo para mí, la luz de la esperanza.
Esperanza que me llevaré a otro estado de la materia
una vez haya superado la levedad del ser,
estado de un amor infinito, paciente,
en esa espera que va desde el crepúsculo...
Hasta un nuevo amanecer.
Ya no será un amor liviano, de besos encandilados
más bien la unión de los átomos formando la molécula...
Amor cósmico, en los eones de tiempos consumados.
Entretando, aquí en la materia,
mientras viva esta pesadez de cuerpo denso,
las flores serán el mensaje de que la quiero,
en mis pensamientos, sentimientos...
Y de momento, hasta en mis tormentos internos.
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