jueves, 3 de febrero de 2011

Encallado


Yo elevaría preces a los vientos elíseos
que sacuden mi alma en tempestades,
llorando gotas de vino añejo, como Baco,
escanciando las uvas de las iras en mis reflejos.

Durmiendo la ponzoña de las falsedades
qué de mentiras nacen las vanidades,
suspirando por unas galernas que atraviesen mi alma
donde pacta Poseidón y sus huracanes.

Más, no siendo un Ulises en pugna con pretendientes
que puedan arrancar de mis brazos a mi Penélope,
me da igual que un Cíclope desentierre mis sentimientos
y encierre en sus mandíbulas mis lamentos.

Siendo la asfixia de la dama soledad la que más temo
en los albores del futuro inmediato, vejez inmaculada,
plasmando mi exilio del amor en papiros desgastados...
Tan desechos que sería imposible adivinar el color de la tinta usada.

No logrando atisbar mi nave del destino en las escolleras,
rota en mil trozos de madera podrida...como mi vida,
vago solo con un alambique, iluminando mi oscuro sendero
hacia las moradas del Hades, donde me espera el barquero.

¡Oh!, Ninfas de bravías aguas, siervas del poderoso,
dulces delfines ,qué en canto glorioso me mostráis clemencia,
sirenas del placer melancólico con cánticos al olvido,
permitid que este marino de aguas amargas...
No encalle su vida en los sargazos de la amnesia y la demencia.

No pudiendo cambiar mi reflejo
en el espejo de mi posible amada,
no quisiera parecer el fantasma...
de una ópera helena,
ni derramar mi sangre
en los brazos de una cruel Afrodita...
Impostora de un linaje de amores surreales.

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