viernes, 2 de octubre de 2009

La voz de mi conciencia



Si hubiese hecho más caso de mi conciencia,
si hubiese notado sus advertencias,
no tendría estos síntomas de culpabilidad,
por dejar volar la paloma que retuve en mis manos,
el corazón de una rosa siempre fresca y lozana,
con su olor a esencia de primavera temprana.

No sabiendo retenerte a contracorriente,
salvando obstáculos y pendientes,
no siendo más locuaz en mis palabras,
no pude detenerte y te fuiste con un beso,
un simple beso de despedida, y un ¡hasta la vista!
cerrando con estas palabras, como un mal verso.

Ahora ya no puedo remediar ni puedo enmendar,
lo que en decisión valiente tenía que tomar,
confesarte todo mi amor y mi apoyo sincero,
a una situación descontrolada, dándola por perdida,
sin pensar en posponerla y retenerla,
en parar el tiempo y tu despedida.

Amargas son las horas, crueles los minutos y los días,
sólo mi conciencia sabe el sufrimiento que yo me causé,
y ahora mi paloma voló hacia otro palomar,
con otro pichón que la ama y la hace feliz,
bebiéndome la cicuta amarga, por un estúpido desliz.

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