viernes, 16 de octubre de 2009

Lamentos y susurros de un yo encarcelado



Estoy despierto,
estoy soñando,
o esto es una ¿maldita pesadilla?,
sólo veo y siento oscuridad,
se puede palpar,
siento su viscosidad,
es horrible y tengo frío,
siento angustia y opresión,
soy ¡claustrofóbico!.

Me dieron pautas,
una lista de mis deberes,
ilusiones para un buen vivir,
yo soy la conciencia de este cuerpo,
y no le debo de servir.

No me hace caso,
le grito en lamentos,
y cada vez que lo hago,
sus guardianes neuronales
me sueltan una descarga eléctrica,
¡oye!
¡escúchame!
soy tu yo verdadero,
el que te tiene que llevar
por buen sendero,
no hagas caso a tu cerebro,
quiere perderte,
que te des de trompazos,
que atiendas a la razón sólo
y mandes a la porra tu corazón.

¡oye!
escucha tu voz interna,
ese soy yo...tu yo,
el que tendría que manejar los hilos
de tu pesado físico,
el que te aconseja
sin que le atiendas,
el que nunca te engañaría
y tus bondades engalanaría.

Me tienes preso,
encarcelado,
¡sácame de aquí!,
te mostraré un nuevo mundo,
donde no existe la maldad,
sólo igualdad y fraternidad
entre los humanos.

Abandona todo mundanismo,
deja que las neuronas se peleen,
nada de eso te importa,
yo te guiaré hacia la paz
y la concordia,
déjate llevar como velero
en la mar calmada,
aquieta tus sentimientos y paraliza
tus pensamientos,
neutraliza tus funestas pasiones,
dando rienda suelta a tus sensaciones
y emociones.

y ¡por Dios!
échame las llaves de tu prisión,
que tengo acongojado tu corazón.

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