Alma humana que provienes de las profundidades cósmicas,
alma que por el espacio sideral navegas hacia tu morada,
tú que naciste del polvo de las estrellas más lejanas,
atiende, ¡oh!, hija sideral, aquí comienza tu peregrinar.
Fuiste obra compleja y conclusa del Gran Arquitecto,
con todos los atributos cósmicos del creador,
formando el tiempo y el espacio creado,
púlsares a ritmo resuenan en tu corazón manifestado.
Alma que vives el ritmo de los tiempos venidos,
tu ser anímico te conduce a pleno pulmón,
reinarás sobre todo lo manifestado,
cuando alcances el equilibrio entre la oscuridad del no-ser
y la luz de la sabiduría, o sea del verdadero ser.
El saber de las Galaxias y nebulosas,
el descifrar de agujeros negros,
desvelando la materia oscura,
todo forma parte de tus fundamentos eternos.
Así pues practica la calma de tu espíritu,
que desde los confines últimos de los dioses menores,
te otorgan paz y luminosidad en tu pensamiento,
y libertad para seguir la voluntad del firmamento.
En las tinieblas oscuras de la noche milenaria,
la luz de una nueva era hace su aparición,
luz que abre mentes supremas en el devenir de los tiempos,
abriendo puertas hacia estados superiores de conciencia.
Llegados son los tiempos pues,
para el desarrollo de nuestra inteligencia.
alma que por el espacio sideral navegas hacia tu morada,
tú que naciste del polvo de las estrellas más lejanas,
atiende, ¡oh!, hija sideral, aquí comienza tu peregrinar.
Fuiste obra compleja y conclusa del Gran Arquitecto,
con todos los atributos cósmicos del creador,
formando el tiempo y el espacio creado,
púlsares a ritmo resuenan en tu corazón manifestado.
Alma que vives el ritmo de los tiempos venidos,
tu ser anímico te conduce a pleno pulmón,
reinarás sobre todo lo manifestado,
cuando alcances el equilibrio entre la oscuridad del no-ser
y la luz de la sabiduría, o sea del verdadero ser.
El saber de las Galaxias y nebulosas,
el descifrar de agujeros negros,
desvelando la materia oscura,
todo forma parte de tus fundamentos eternos.
Así pues practica la calma de tu espíritu,
que desde los confines últimos de los dioses menores,
te otorgan paz y luminosidad en tu pensamiento,
y libertad para seguir la voluntad del firmamento.
En las tinieblas oscuras de la noche milenaria,
la luz de una nueva era hace su aparición,
luz que abre mentes supremas en el devenir de los tiempos,
abriendo puertas hacia estados superiores de conciencia.
Llegados son los tiempos pues,
para el desarrollo de nuestra inteligencia.
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