martes, 11 de enero de 2011

Confesiones verdaderas


Como todos los días, que ya me parecen eternos,
me levanto un poco patizambo y cojeando
con ojos obnubilados por sueños dislocados,
siempre con la idea de a hurtadillas...seguirla observando.

Feliz como un niño si la veo virtualmente
inconscientemente se me quitan las penas
dando un capeo a las nostalgias eternas,
volviendo a ser yo mismo de manera consecuente.

Ella no sabe que para mí, siempre será una manzana demasiado lejana
en el árbol de la vida del tomar y desear, mientras la distancia sea un llaga,
una herida sin cicatrizar en esta encarnación, pues solo podrá ser una buena amiga,
y aunque lloro por ser humano, jamás me interpondría en vida ajena.

Un intento de poema a golpe de verdaderos sentimientos
nada de fantasías, ni creatividad, ni sentimentalismos extremos,
solo unos versos para desahogar mi verdad en expresiva libertad,
solo unas letras sencillas para acallar el ronroneo de mi soledad.

Unos versos sin musa, sin imaginación ni inspiración,
unos versos veraces como acto de expiación,
una confesión a cara descubierta para decirle que la admiro y respeto
y aunque bien siento mi intromisión, nada me impedirá que guarde ese secreto.

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