viernes, 24 de diciembre de 2010
Nunca pierdo la esperanza
Respiro consternado cada vez que miro el alba
entrando su diáfana luminosidad por la ventana,
dándome cuenta que no era época de primavera temprana
sino el glacial invierno de mis sentimientos que te abrazaba.
No pudiendo retenerte en mis oníricos presentes
esperaré pacientemente diluirme en mis quimeras,
que no siendo verdaderas mis realidades
no me queda otra cosa que crearte de mis lágrimas.
Lágrimas de un simple humano que reclama un poco de atención
que en solitaria vereda se postra en aclamación,
esperando que su eco reviente las sombras de la esperanza
haciendo crecer en mi interior la ilusión y la confianza.
Con esa certidumbre mentalizada el crepúsculo me da energía
sintiendo las esencias perfumadas de la brisa vespertina,
siendo recibido el mensaje por la fuerza y el amor que me guía
me dispongo a soñar que inflamarás mi corazón de forma repentina.
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