sábado, 14 de noviembre de 2009

¡Oh!, es el maestro



Si los quebrantahuesos
me tirasen con fuerza
contra peñascos afilados
clavándose en mis carnes
como agujas del tiempo.

No serían peores consecuencias
que adorar altares de luces oscuras,
fiestas de aquelarres diurnos
a la sombra del todopoderoso analfabeto,
sabio de masas amorfas de cerebelo.

Andando entre éteres falsos
comedido en su locuacidad y locura,
fijando arenas del tiempo futuro
¡oh!, es el mesías del infortunio.

Libertando actitudes soterradas
dictador de anatemas falsos,
serpiente del sexo fácil y dócil,
¡oh!, es el Rey de la comedia
el arlequín marioneta,
creyéndose traspasar tu conciencia.

El abismo es su procedencia
desde la eternidad de los lemures,
volando y estacionándose
como golondrina sin techo,
de hecho, nada es lo que parece
en el reflejo de su espejo.

Discursos en papiros de piedra
santa santorum de lo irreal,
alacranes por pescados
pan y vino, por un pepino,
idólatra de egos concentrados
complacientes como venados.

Túnicas de fieltro y oro
alfombras de Alejandría,
dolor en mi pecho por sus risas
capataz del sarcasmo y la mentira,
¡oh!, es el fantoche enmascarado
es el sabiondo de los puercos,
arrastrándose por el fango...
en la eternidad de los tiempos.

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