Me siento completamente apático,
insomne,
observando desde mi ventana,
las mismas obnubiladas conciencias,
lamentable,
como una espesa niebla
que atenaza a los mortales.
Oigo como el chirriar de gaviotas,
quitándose las palabras
unas a otras de sus picos,
siempre las mismas conversaciones,
mundanas,
agobiantes,
síntomas de una sociedad egoísta,
de una sociedad marchita.
Los menos, sin preocupaciones aparentes,
los más, sobreviviendo como pueden,
ni unos ni otros se prestan atención,
solo viven y se diluyen
en la vorágine corriente de la vida,
como gotas de agua sin conciencia
en los mares de la envidia y avaricia.
Solo los más afortunados son ayudados,
los bienaventurados de corazón,
con menos causas kármicas pendientes,
los más limpios de conciencia,
los avanzados,
la vanguardia
de un mundo sin nieblas,
sin tenazas asfixiantes,
sin barreras ni fronteras.
Son el ejemplo a seguir
para un espiritual vivir,
de una evolución superior
para un mundo mucho mejor.
insomne,
observando desde mi ventana,
las mismas obnubiladas conciencias,
lamentable,
como una espesa niebla
que atenaza a los mortales.
Oigo como el chirriar de gaviotas,
quitándose las palabras
unas a otras de sus picos,
siempre las mismas conversaciones,
mundanas,
agobiantes,
síntomas de una sociedad egoísta,
de una sociedad marchita.
Los menos, sin preocupaciones aparentes,
los más, sobreviviendo como pueden,
ni unos ni otros se prestan atención,
solo viven y se diluyen
en la vorágine corriente de la vida,
como gotas de agua sin conciencia
en los mares de la envidia y avaricia.
Solo los más afortunados son ayudados,
los bienaventurados de corazón,
con menos causas kármicas pendientes,
los más limpios de conciencia,
los avanzados,
la vanguardia
de un mundo sin nieblas,
sin tenazas asfixiantes,
sin barreras ni fronteras.
Son el ejemplo a seguir
para un espiritual vivir,
de una evolución superior
para un mundo mucho mejor.
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