domingo, 15 de noviembre de 2009

El Ángel de piedra en el Campo Santo



Sé, que tu espada me apunta
con su frío acero de otro mundo,
me haces recordar lo efímero
de mi existencia mundana,
de ésta, mi vida trastornada.

Te he visto muchas veces
Ángel de piedra,
guardando la frontera
entre lo mortal y lo trascendental
entre lo racional y el mundo mental.

Por esto estás en el Campo Santo
como guardián de almas,
¡nada, ni nadie!,
puede traspasar el umbral
sin haber depurado todo el dolor causado,
toda infamia perdonada
cualquier trastorno cometido.....
lavado.

La sangre derramada
el odio desmedido
las pasiones insanas,
son caldos de cultivo
para que la oscuridad tome su poder
arrebatándote tu dominio,
el control de tu ser.

Y tú, te encargas que esto
no contamine la paz de los que allí moran,
de los que duermen de momento en silencio
esperando que tú espada le señale.........
que ya llegó su momento de partir,
de volver a vivir sin miedo a la noche
en procesión continua de almas sin penas,
sólo un lamento como la brisa suave
de un día de invierno.

Queda de momento.........
cerrado el Averno.

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