miércoles, 30 de septiembre de 2009

Una mano tendida



La sigo siempre que sale de su casa,
como sombra apegada a sus talones,
no quiero que nadie nos descubra,
nuestras confidencias son nuestro secreto,
nuestra amistad, lo más precioso en este momento.

Ella me cuenta sus graves problemas,
tomando café en una terraza de la esquina,
la escucho poniendo la máxima atención,
dejándola que se desahoge con sus lágrimas.

Tiempo hace, que su marido no es el mismo,
mucho tiempo que la tiene como encerrada,
no fué así al principio de su matrimonio,
pues se casó muy enamorada.

Trás varios escándalos en el vecindario,
denuncia tras denuncia en el juzgado,
todos los papeles en manos del abogado,
el juez lo mandó fuera del barrio,
con sentencia de doscientos metros alejado.

Desde entonces he procurado ser su amigo,
traspasando las barreras de ser un hombre,
un ser humano, preocupado por una amiga,
una mano tendida a mitad de su camino,
acompañándola en el revés de su destino.

Seguimos nuestra secreta amistad,
mi apoyo es incondicional,
le prometí no dejarla por su seguridad,
le prometí no revelar jamás su intimidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario