viernes, 2 de octubre de 2009

Maldita soledad



Siento mi alma desgarrar
como un huracán embravecido,
mi espíritu se quiere escapar
cuando tiene el combate perdido.

Intento decirle al pensamiento que duerma
que fatiga oírle sin parar de pensar,
es como tener nubarrones con espesa bruma
no dejando la luz del Sol atravesar.

Oh, soledad marchita, seas maldecida,
cuando no vienes para edulcorar mi vida,
cuando sólo tu presencia me causa náuseas,
y sólo vienes a escuchar suspiros y rabias.

Sabes enmudecer mi voz quebrada,
a gritos te pido con toda el alma, ¡márchate!,
déjame llorar mis penas en mi almohada
no te daré el gusto de ser mi confidente.

Sabes que me encuentro en mis horas bajas,
al menos ten compasión y no me llenes de lodazales
y déjame respirar las celestiales esencias
para regenerar mi alma contra nuevas adversidades.

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