lunes, 5 de octubre de 2009

Un canto al sol



Tremendas son tus explosiones,
mezclando los átomos en constantes nucleares,
lanzando tus cabellos a eones de distancia,
tornándose en fuego tu interior como la rabia.

Señor y dueño de vidas y haciendas,
sabedor de mil historias contadas,
explorador de infinitas galaxias,
no hay para tí, ni cortas ni largas distancias.

Das calor y vida a planetas moribundos
convirtiéndoles en nuevos mundos,
agradecidos y contentos se yerguen estos
brotando vida en sus fuegos internos.

Majestuoso te levantas cada día,
ojeando la vida que creaste con tus rayos de oro,
cuidando de tu rebaño como un bravo toro
derramando esencias de tu alegría.

¡Oh!, señor de la vida planetaria,
tu que nos das la vida, con tu luz y calor,
no se te ocurra marcharte, ¡no señor!,
que sin tí, nada bueno ocurriría.

Y menos apagarte y echarte a dormir,
que la oscuridad tomaría parte en un sin vivir,
ya tendrás tiempo de descansar más adelante
cuando termines tu trabajo con buen talante.

Como barquero cruzando la galaxia
en un mar de estrellas plateadas,
remando va el dorado de largas melenas,
con llamaradas intensas de vida y sabiduría.

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