domingo, 15 de noviembre de 2009

Esperándote siempre



Podría decirte en otoño
como una flor seca, matizada de ocre,
bailando al compás de las gotas de lluvia
lo que mi alma siente,
desde que hibernaron mis emociones,
desde que marchaste en inquietudes.

Podría trazar círculos al viento
que te llevasen cartas lacradas,
dibujar tus ojos en las nubes
como luceros al alba,
o en noches crepusculares
cuando el silencio acampa.

Podría no pensar en tu ausencia
como si no hubieses existido,
como un fantasma del pasado
sin huella en el presente,
sin futuro marcado.

Podría rogar,
detenerte, no marchar,
encadenarte a mi alma
perder la razón contigo,
o no ser más que un lejano amigo.

Tantas cosas depara el destino,
que valorando mi fuerza interna
no me llega para el olvido,
ni mi complacencia externa
no me saca de mi exilio.

Pero.............
al igual que las golondrinas
vuelven cada año a su origen,
al igual que las gaviotas
no se separan de los riscos,
no puedo dejar de pensarte
no puedo en el olvido disecarte
ni en estatua de mármol convertirte.

Así que,
seguiré esperando que las luciérnagas
me avisen de tu llegada tardía,
seguiré en el camino polvoriento,
esperando el ansiado momento
de abrazarte con ráfagas de sensaciones
y lágrimas agridulces,
de un corazón de nuevo en movimiento,
de un alma torturada por la distancia,
aunque del viento me lleguen............
los olores de tu corporal fragancia.

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