martes, 20 de octubre de 2009

El abuelo



Siempre que pasaba por la misma calle,
en un banco de la acera estaba el abuelo,
fumando su pipa, mascando un caramelo.

Siempre le miraba de soslayo, con curiosidad,
denotaba en él la experiencia de los años,
vividos con gran intensidad,
su rostro expresaba gran humanidad.

Un día me senté a su lado y charlamos,
¡¡ que de trabajos no había hecho !!,
panadero, labrador, pescador ....casi todos,
denotaba maestría por la forma de hablar de ellos.

Casado con tres hijos y seis nietos,
esa es la felicidad que culminaba su existencia,
el haber formado una buena familia en esta vida,
el verlos reunidos todos, siempre contentos.

¡Y no necesito más!, me contaba,
ni riquezas mundanas, ni falsas adulaciones......
sólo su casa y este banco del parque le bastaba,
y seguir mirando a los niños con el paso de las estaciones.

Le dejé fumando su pipa y con su caramelo,
sus ojos brillaban como satisfechos,
por una vida plena de amor y entrega a los suyos,
una sonrisa esbozó, con sus labios de terciopelo.

Una vida sencilla, una vida sin riquezas,
pero una plenitud más allá de falsas quimeras,
un ejemplo para las generaciones venideras
que se rinden ante las menores flaquezas.

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