lunes, 21 de diciembre de 2009

Nadie puede con la muerte(es un final inevitable)



Llora por su desnudez,
siendo la soledad
lo que más le intimida,
lágrimas amargas, maldiciendo,
ojos rojizos de odio
produciendo escarchas ácidas,
gélidas,
así como está su alma
trastocada por el dolor,
¡sí!,
se le va su amor.

Después de mucho penar
en incontables horas de su tiempo,
el amado esposo se muere
naturalmente,
la danza de la muerte finaliza
él, viene por su alma,
nada hay que le detenga,
ni la desdichada y apenada esposa
ni los juramentos y pactos,
ni los insultos ni agravios
que le profiere al paciente Ángel,
la guadaña cumple con su misión....
sin ninguna remisión.

Ella se trastorna,
maldice,
patalea,
grita,
llora amargamente,
promete su alma a la oscuridad
a cambio de unos segundos más,
con él, con su amor,
aunque sea con su dolor.

Reniega de su existencia,
un don de la vida que se le dio,
intenta suicidarse;
con sedantes,
cortándose las venas,
inspirando gas letal.

La locura se apodera de ella,
una paranoia desquiciante,
una demencia sin vuelta atrás,
y con tal cúmulo de improperios
cae en la inconsciencia,
en un coma casi mortal.

No ha sido lo suficiente fuerte
para valorar lo que tiene,
lo que le queda en éste mundo,
se ha aferrado a una pendiente insalvable,
¡nadie puede con la muerte!,
es un final inevitable.

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