martes, 20 de octubre de 2009

Meditación



Con el corazón desgarrado en mil pedazos,
fuegos fatuos subiendo y bajando,
como serpiente flamígera devorando mis trozos,
intento calmar mis recuerdos meditando.

Como caballero cruzado en mil batallas,
no daba tregua ni cuartel a mis pensamientos desbocados,
que cual furia salvaje arremetían éstos,
en actitud meditativa intentaba calmarlos.

Abstrayéndome de mil ruidos y recuerdos,
controlando mi mente, acallando mis sentidos,
respirando pausadamente,
mi corazón ralentizaba su ritmo lentamente.

Agudizaba mis oídos, sentado en arena blanda,
escuchaba el griterío de las gaviotas,
quitándose los peces unas a otras,
ruido ensordecedor de una gran bandada.

Las burbujas de la espuma marina estallaban,
chocando las olas en salientes peñascos,
que hasta los pájaros callaban,
asomando tímidamente sus picos en los riscos.

Mis pensamientos se fueron apagando,
mis recuerdos se fueron marchitando,
sólo quedaban mis sentidos externos,
también estos se fueron aquietando.

Como Ave Fenix, renaciendo de sus cenizas,
el huracán flamígero se fue apagando,
mi corazón se fue enfriando y ralentizando,
renovando mi espíritu con nuevas fuerzas.

Tumbándome en la fina arena, con el cielo azulado,
dejando volar la imaginación hasta alturas insospechadas,
tocando las nubes con mis manos delgadas,
cabalgando en auroras boreales en el techo estrellado.

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