Soñé en una casita en medio del bosque,
rodeada de altos pinos y más altos robles,
me gustaba dar paseos y recoger sus frutos silvestres,
y bañarme todos los días en el agua del estanque.
Soñé rayos multicolores que del sol procedían,
rompiendo estos la espesura del follaje,
abriéndose paso con las raíces que trepaban,
subiendo a los troncos, como si llevaran a cuestas su equipaje.
anduve varias horas perdido, absorto con tal maravilla,
que no contaba ni las horas ni los días,
todo respiraba, todo albergaba vida por doquier,
que era imposible que el ser humano,
no contemplase lo que mis ojos veían sin querer.
Más en la profundidad del bosque, música se oía,
una serie de diminutos seres bailando a su compás,
despuntando el alba hasta hacerse de día,
apareciendo aquí, desapareciendo allá, en un tris-trás.
Hadas, Nomos, Elfos, y demás seres que no sabría especificar,
cuando no reían y bailaban, trabajaban en el bosque profundo,
de espeso follaje, lejos del ruidoso mundo,
un lugar donde me era prohibido entrar.
Me encandilaba verlos cantar, reír y trabajar,
mi alma se sentía gozosa y estallaba de alegría y contento,
era el espectáculo más maravilloso que podría imaginar,
y mi corazón daba saltos y se agitaba en un momento.
Soñé una vez, o no lo soñé, pues en el bosque me encontraba,
en plena hierba fresca, contemplando la luz que a los árboles atravesaba,
mi casita en el horizonte, a no más de dos leguas,
y el estanque a mi derecha entre dos lomas pequeñas.
Todo esto ocurrió un día de navidad,
ya que el Hacedor tuvo a bien revelarme tanta bondad,
no seré yo quien dude de tanta magnificencia,
ni me guarde para mí tan bonita experiencia.
rodeada de altos pinos y más altos robles,
me gustaba dar paseos y recoger sus frutos silvestres,
y bañarme todos los días en el agua del estanque.
Soñé rayos multicolores que del sol procedían,
rompiendo estos la espesura del follaje,
abriéndose paso con las raíces que trepaban,
subiendo a los troncos, como si llevaran a cuestas su equipaje.
anduve varias horas perdido, absorto con tal maravilla,
que no contaba ni las horas ni los días,
todo respiraba, todo albergaba vida por doquier,
que era imposible que el ser humano,
no contemplase lo que mis ojos veían sin querer.
Más en la profundidad del bosque, música se oía,
una serie de diminutos seres bailando a su compás,
despuntando el alba hasta hacerse de día,
apareciendo aquí, desapareciendo allá, en un tris-trás.
Hadas, Nomos, Elfos, y demás seres que no sabría especificar,
cuando no reían y bailaban, trabajaban en el bosque profundo,
de espeso follaje, lejos del ruidoso mundo,
un lugar donde me era prohibido entrar.
Me encandilaba verlos cantar, reír y trabajar,
mi alma se sentía gozosa y estallaba de alegría y contento,
era el espectáculo más maravilloso que podría imaginar,
y mi corazón daba saltos y se agitaba en un momento.
Soñé una vez, o no lo soñé, pues en el bosque me encontraba,
en plena hierba fresca, contemplando la luz que a los árboles atravesaba,
mi casita en el horizonte, a no más de dos leguas,
y el estanque a mi derecha entre dos lomas pequeñas.
Todo esto ocurrió un día de navidad,
ya que el Hacedor tuvo a bien revelarme tanta bondad,
no seré yo quien dude de tanta magnificencia,
ni me guarde para mí tan bonita experiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario