Con mi mula, mis alforjas y mi laúd,
ando por esos caminos en busca de bellas damas,
que mi arte canturril y trovero no me lleven
por lástimero y me encierren en un ataud.
Recorro caminos y senderos con mis canciones,
a cambio de unos garbanzos o unas lentejas,
a veces duros los primeros y viejas las segundas.
o un simple caldo con tropezones.
Voy en busca de palacios. torreones y fortalezas
donde puedan esconderse bellas damiselas
que se presten a que no les crezcan las orejas,
por el chirriar de mis vocales y mis cuerdas flojas.
¡¡Por Dios !! bellas y hermosas damas,
dadle algo a este pobre errante,
que ni siquiera llegó a caballero andante,
sólo tengo una vieja mula y un laúd chirriante.
Apedreado y desvencijado salí de mi anterior aldea,
que no fué culpa mia ¡¡pardiéz!!, que se prendiese la tea,
y que los carnavales de fuego llegasen más pronto,
siendo costumbre apedrear al más tonto.
Por caridad escuchád por una sola vez a este pobre insensato,
que ni siquiera tiene voz de gato,
¡rediéz!, que tengo hambre, y ando como un mendecato
tras un maravilloso pastel de boniato.
En definitiva es mi vida resumida a lo más elemental,
si canto, aunque mal, como,
si no bien parezco un maromo, que no un mayordomo,
de una hacienda con bellos campos y un zarzal
ando por esos caminos en busca de bellas damas,
que mi arte canturril y trovero no me lleven
por lástimero y me encierren en un ataud.
Recorro caminos y senderos con mis canciones,
a cambio de unos garbanzos o unas lentejas,
a veces duros los primeros y viejas las segundas.
o un simple caldo con tropezones.
Voy en busca de palacios. torreones y fortalezas
donde puedan esconderse bellas damiselas
que se presten a que no les crezcan las orejas,
por el chirriar de mis vocales y mis cuerdas flojas.
¡¡Por Dios !! bellas y hermosas damas,
dadle algo a este pobre errante,
que ni siquiera llegó a caballero andante,
sólo tengo una vieja mula y un laúd chirriante.
Apedreado y desvencijado salí de mi anterior aldea,
que no fué culpa mia ¡¡pardiéz!!, que se prendiese la tea,
y que los carnavales de fuego llegasen más pronto,
siendo costumbre apedrear al más tonto.
Por caridad escuchád por una sola vez a este pobre insensato,
que ni siquiera tiene voz de gato,
¡rediéz!, que tengo hambre, y ando como un mendecato
tras un maravilloso pastel de boniato.
En definitiva es mi vida resumida a lo más elemental,
si canto, aunque mal, como,
si no bien parezco un maromo, que no un mayordomo,
de una hacienda con bellos campos y un zarzal
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