Venciendo vanidad y mi orgullo desbocado,
tragando saliva en boca reseca por la malicia,
respirando a sorbos el aire, como un vulgar pescado,
decidí verla y arreglar tanto desaguisado.
Orgullo machista, digno de una educación patriarcal,
décadas completas de poder inquisitorial,
que hicieron de mi, un ser despreciable,
un Don Juan para todos los demás, admirable.
Trataba a las mujeres como objetos,
las usaba para mis proyectos,
las soltaba luego, como perros callejeros,
deambulando las pobres por callejas y recovecos.
Creía que con dinero todo lo conseguiría,
todo se compraba y todo se vendía,
hasta el corazón humano estaba en tal guisa,
un mercanchifle de tres al cuarto, parecía.
Hasta el día que topé con la horma de mi zapato,
morena, de ojos castaños, y piel aceitunada,
que me puso en mi sitio, osea, en la mierda,
mejor calificativo no encontrara ,para este mentecato.
A través de sus ojos, me enseñó mis maldades,
como una bruja, con sus hechizos y conjuros,
demostrándome sin pausas, mis debilidades,
conjurándome remedio para tales males.
Diez años pasaron desde aquel encuentro causal, que no casual,
y de aquel hombre enfermizo por sus vicios,
de aquel machista que trataba a sus hermanas como animales,
con mucho arte, escuela y sacrificio, remendé mis errores y maldades.
Pido perdón a lo más hermoso de la creación,
mis disculpas a los seres mas dulces y sensibles,
son las mujeres las columnas que sostienen a los hombres,
son el perfume y la esencia de este misterioso planeta.
tragando saliva en boca reseca por la malicia,
respirando a sorbos el aire, como un vulgar pescado,
decidí verla y arreglar tanto desaguisado.
Orgullo machista, digno de una educación patriarcal,
décadas completas de poder inquisitorial,
que hicieron de mi, un ser despreciable,
un Don Juan para todos los demás, admirable.
Trataba a las mujeres como objetos,
las usaba para mis proyectos,
las soltaba luego, como perros callejeros,
deambulando las pobres por callejas y recovecos.
Creía que con dinero todo lo conseguiría,
todo se compraba y todo se vendía,
hasta el corazón humano estaba en tal guisa,
un mercanchifle de tres al cuarto, parecía.
Hasta el día que topé con la horma de mi zapato,
morena, de ojos castaños, y piel aceitunada,
que me puso en mi sitio, osea, en la mierda,
mejor calificativo no encontrara ,para este mentecato.
A través de sus ojos, me enseñó mis maldades,
como una bruja, con sus hechizos y conjuros,
demostrándome sin pausas, mis debilidades,
conjurándome remedio para tales males.
Diez años pasaron desde aquel encuentro causal, que no casual,
y de aquel hombre enfermizo por sus vicios,
de aquel machista que trataba a sus hermanas como animales,
con mucho arte, escuela y sacrificio, remendé mis errores y maldades.
Pido perdón a lo más hermoso de la creación,
mis disculpas a los seres mas dulces y sensibles,
son las mujeres las columnas que sostienen a los hombres,
son el perfume y la esencia de este misterioso planeta.
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