lunes, 9 de noviembre de 2009

Fuera de la cueva ¿realidad o ficción?



Noches oscuras, cerradas,
noches de luna llena, menguante o negra,
siempre en las cuevas,
temiendo a lo desconocido,
días y noches sin tregua,
cazando para vivir,
en sus oscuridades para no morir.

Miles de años rutinarios pasaron
nuestros seres de este poema,
sólos con sus familias,
asustados por la lluvia,
acongojados por los vientos y sus silbidos,
aterrorizados por relámpagos y rayos.

¿Miles? Dios sabe el tiempo que así permanecieron,
sin más visiones, que sus paredes de roca,
sus pisos de fango por la lluvia,
y sus techos oscuros por la altura.

Un niño nació al cabo de mucho tiempo,
un varón como los demás humanos,
nada especial por fuera,
pero con ansias de saber por dentro,
un simple y mortal humano
con sus aciertos y defectos,
uno más entre todos ellos.

Pasaron los años y la adolescencia tomó su lugar,
y la curiosidad innata con ella,
la libertad fuera de la cueva le atraía,
la luminosidad y la naturaleza,
¿por qué no vivir fuera de la cueva
al amparo del sol y las estrellas?,
¿por qué no disfrutar de todas las bondades
de los árboles frutales y refrescarse en los manantiales?

Preguntas que ni el eco respondía,
sólo la callada de sus compañeros por respuesta,
sólo extrañeza en sus marcados gestos había.

Es peligroso adentrarse en los bosques de noche,
tú no eres de los nuestros,
te parió la oscura Luna en una noche,
y se burlaban,
y se mofaban,
y haciéndole cabriolas se le reían.

Hasta que un día cansado de sus cobardías,
cogió un fardo con ropa y comida,
tomó de la mano a su compañera
y emprendió viaje fuera de las oscuridades,
dejando atrás para siempre los refugios y las cuevas.

Siendo de esta manera como os cuento,
nuestra pareja formó hogar en la firme tierra,
refugiándose en la copa de árboles,
cuando la noche traía sus oscuridades,
dándole la madre tierra todas su bondades
para comer y disfrutar de una vida plena,

al margen claro..... de nuestra Luna Llena.

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