Pálido y blanquecino
como muerto en vida,
un hálito que se me escapa
como un hilo que se alarga
en un dulce bienestar
que a la vez me aturde y me logra encrespar.
No puedo parar... no puedo
no controlo mis movimientos
mi cerebro esta yermo para cualquier menester,
vejeto, y mis sentidos se agudizan
¿pero qué sentidos?.
No vienen de afuera
sino de dentro de mi mismo,
oigo el fluir de mis liquidos
el apretar de mis párpados
la sequedad de mi boca
y el sudor qie provocan mis miedos.
¡Miedos!
Llegan a ser insoportables dentro de mi ser
no tengo ninguna acción sobre ellos,
me obsesionan, me aturden y paralizan mi energía
dando al traste con años de meditaciones y creencias,
ofuscando lo que queda de mi conciencia.
Por todos los medios intento despertar de este letargo
grito, lloro sin lágrimas, maldigo y quiero hacerme notar,
me ahogo en mis propias elucubraciones
¡es una muerte sin muerte!
todavía me siento vivo y consigo balbucear letras y sonidos
¡no estoy muerto!
y a duras penas entreabro mis párpados.
Una experiencia dual,"aterradora y tranquilizante a la vez"
grabándola en mi memoria a martillo y cincel.
Una experiencia de trance a otra dimensión de la conciencia
será cuestión de analizarla detenidamente
y darle un puntapié a la muerte ( como figura maquiavélica
y espeluznante).
¡Muerte!
Uno de los grandes miedos de toda la historia humana
que acabará cuando la comprendamos...
y la convirtamos en nuestra más ferviente amiga y aliada.
Esplendido poema...un placer seguir tus huellas...besos
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