domingo, 28 de febrero de 2010
¿Cordura o locura?
Fuertes son los estigmas
lacerantes y supurantes
silenciando las palabras bífidas
que del horror a la muerte salen,
escondidas en cóncavas excentricidades.
En cuatro hierros entrelazados
como serpientes apareándose,
espera la visita de las moscas;
infatigables tragonas de podredumbre
acompañantes de la mierda misma
en la que él se da renombre.
Solo espera la muerte
que le rebañe el dolor de la oscuridad,
esperando ver lo que su ceguera mental
le ha prohibido,
visionándolo todo
bajo pesadas cargas de una escafandra neuronal.
¿Loco o visionario?.
No cuerdo para los cuerdos
y visionario para los que nada ven ...
más allá de sus orificios nasales
convertidos en témpanos abisales.
El espera lo que está por llegar
en el amanecer diáfano de un día cualquiera,
donde la plenitud del yo auténtico
le enseñará pasadizos de gusanos
y cuerdas energéticas,
pareciera un saltimbanqui
entrando y saliendo por planos y subplanos,
subiendo y bajando como por una escala tonal
pasando del enojo al miedo
y de este al entusiasmo,
volviendo a empezar de forma habitual.
Y cavilando y riéndose de si mismo
acompaña a las moscas en su merienda asquerosa
y feliz y contento ¡ grita!,
¡ grita y grita!
hasta que la última descarga eléctrica
en su corazón enfermo,
no aguanta tanta excitación
y se transforma en la mosca libre
que siempre quiso ser,
¡ libre!
¡ libre!
¡ por fin libre!.
martes, 23 de febrero de 2010
Dama de la soledad
Por hacerte caso en penuria me veo,
sigilosamente te deslizaste como serpiente
para morderme donde más me dolía;
mi eterna soledad
oscura y paciente.
Me diste a beber tragos amargos
que en apariencia era ambrosía en vasos largos,
me hiciste creer en las virtudes del amor físico
a sabiendas que me era imposible
degustar las mieles de lo agradable,
en un ser muy vulnerable e inestable.
Llevo el vino amargo en mis entrañas
y la cicuta en mis neuronas,
sabes del peligro que eso entraña en mi vida
dando gracias a mis versos que me desahogan
pareciendo mi existencia;
un extenso y lúgubre tobogán
de bajada en picada pendiente
al mismo abismo de mi mente.
Sabías eso,
¡ oscura ramera!,
que imbéciles e incautos como yo
caerían en tus redes pérfidas,
que el amor era solo ilusión neuronal
de un proceso químico mental.
Que no sigue habiendo nada para mí,
que pasan los años y viejo y decrépito me reflejo
en el espejo de mi eterno ser,
que de humano locuaz,
pasaré a poeta delirante
con muy alto estandarte.
Por eso te odio y te maldigo
dama de la soledad,
no eres el espíritu de verdad,
más bien,
el fantasma de la iniquidad.
domingo, 21 de febrero de 2010
miércoles, 17 de febrero de 2010
Infierno de una drogadicta
Mirada perdida ante su espejo desvencijado,
no ve su rostro limpio de cicatrices
que la vida le ha ido marcando.
Un fantasma reflejado
de cuerpo inerte casi incorpóreo,
un ser desaliñado,
más decrépito su cuerpo
que el paso de su verdadero tiempo.
Se pasa la mano rugosa
por el maxilar inferior,
se toca con los dedos su rostro entero;
ojos, pómulos, frente.....
no se reconoce,
no sabe a quién tiene enfrente.
Tanto estropicio han hecho las drogas
unidas a grandes cantidades de alcohol barato
que ahora se siente un ser inservible,
desechable,
a quien todo el mundo puede manejar,
maldecir, emborrachar, escupir,
un desecho ultrajable.
Siente todo el infierno en su yo interno
no hace falta avernos y demonios extranjeros,
todos los lleva dentro de si misma
intentando explotarla en la miseria más ruin,
llevándola hacia la demencia más cruel;
el abismo y la vorágine de su existencia
la no-vida,
el no-ser,
la nada como penitencia.
Su conciencia le da mordiscos,
sus neuronas descargas sintientes,
su corazón juega a pararse
jugando con el tic-tac del tiempo,
siendo sus demás órganos vitales
una amalgama de barro arcilloso,
en manos de un cerebro comatoso.
Y así pasa como una sombra su existir
casi invisible para el resto de la sociedad,
como un fantasma entre fantasmas...
hasta que algún ente biológico
(por llamarles de alguna manera)
decide apiadarse de ella
siempre que esté dispuesta a tal acto,
y en algún buen lugar de desintoxicación
pueda escupir sus demonios,
sus pegajosas lapas mentales,
sus trastornos psicológicos,
y recuperar su autoestima,
perdida en lúgubres recovecos existenciales.
Solo es un pequeño esbozo
de las verdaderas y terribles experiencias
que sufren estos seres con estas dolencias,
empezando como una simple fumada de experiencia
y terminando en los sargazos de la incomprensión,
del odio y la demencia.
sábado, 13 de febrero de 2010
El último beso
Besos de un te quiero moribundo
atraen a las sombras de otro mundo,
bebe sus lágrimas agrias y saladas
la compañera de las azucenas blancas.
No la reconoce por sus ojos cristalinos
pero si por su alma generosa y bondadosa,
a terciopelo le saben sus caricias con las manos
sus besos a miel de tomillo con pétalos de rosa.
Siempre impregnando la habitación con su natural esencia
dándole la vida cada minuto, de cada día,
en deuda la tiene reservada en la próxima vida
con mano tendida, en excelsa bienvenida.
Después de larga enfermedad y eterna agonía
el moribundo ve la muerte su amiga, su libertad,
ella llora desconsoladamente su ausencia
pero sabe que él la espera en la eternidad.
Ella viste el duelo de las rosas negras
las que consagra en su recuerdo, de momento,
sabiendo que pronto dejarán de serlo en sentimiento
devolviéndole la paz con la luz de sus azucenas blancas.
miércoles, 10 de febrero de 2010
domingo, 7 de febrero de 2010
miércoles, 3 de febrero de 2010
Jamás supieron entenderla
Nunca la llegué a entender,
ensimismada en sus mundos esotéricos
nada teóricos ni prácticos,
solo dislocaciones de su mente enferma
capaz de oír y ver lo que yo no podía comprender.
Calificada de esquizofrènica paranoide
traspasaba multiversos con una mirada,
balbuceando insensateces en consonancia
en la medida de mi santa ignorancia.
No había esquemas mentales cuadrados
en su cabeza de loca (mal llamada) maniática,
su realidad, no era la mía, ni la de los demás,
ni la de los doctos lunáticos galenos
que a base de fármacos psicotrópicos
la hacían alucinar en sus adentros.
Quebrada en la lucha con sus fantasmas internos,
el suicidio y la muerte física eran esperanza
como en un cuadro gótico vivido;
donde la protagonista se alimenta
del luto de la desesperación,
siendo la claustrofobia su inquisición.
Jamás entendí sus mensajes desquiciantes
exasperando mi lucha por entenderla,
siendo Alicia y el gato con botas
sus compañeros diarios
en sus delirios agonizantes.
Supongo que ella al fin y al cabo
era feliz a su manera,
vivía en más mundos que los descubiertos
en más multiversos que los conocidos,
todos los demás éramos símbolos de la decadencia
de una rancia humanidad de cascos rectos,
de sentencias inamovibles,
de leyes inmutables.
Éramos farolas sin luz
en un mundo oscuro y tenebroso,
ella era un haz luminoso,
donde cada color
representaba un estado diferente de conciencia,
un paso más para la bendita demencia.
lunes, 1 de febrero de 2010
Lo que por ti siento
Puede que al tocar esta melodía
como el flautista que resplandecía,
salgan versos de invierno en primavera
y las ansias por verte tengan su espera.
Solo una palabra aireada por Eolo
llenaría los prados de todo lo bello,
siendo tú, la efigie suprema ideal
símbolo del amor, más allá de lo real.
Nada son unos meses polares
ni los fríos poemas invernales,
para que el candil de la inspiración
vuelva a llenar de luz mi imaginación.
Imaginación que corre como centella
plasmando versos a mi doncella,
inspiración que se encarga mi Musa
de llenarla de perfume de blanca rosa.
Nada más decir de momento sobre sentimientos
ya que todos ellos se condensan en afectos,
y estos se transmutan en sensibilidades
que por ti siento en mis interioridades.
Lo que plasmo aquí es verdadero
como mi amor por tu mundo costero,
siendo la ilusión de mi vida entera
estar contigo en esta vida, o la postrera.
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