
¡Dime mujer!.
Que haces tirada en medio de tanta sangre,
mancillada, como un maniquí deslucido,
como una muñeca de trapo desgastada
con ojos inertes pero llenos de odio,
pero con el terror de mover un solo dedo.
¡Dime mujer!.
Si es un cíclope con dos cavernas por ojos
o un hombre bestia,
el que ha traspasado tus fronteras psíquicas
dejando tu cuerpo inerte,
traspasado por una navaja sucia y de filo desgastado
de tanto usarla con otras mujeres,
(un pene diabólico en manos de un vulgar mal llamado...hombre).
Porque veo mucho odio en tus entrañas,
y en tu mirada,
un deseo irrefrenable de desgarrarle
el granito que le sirve de caparazón...
a ese tosco corazón.
No le permitas que te tenga encadenada
a su interno infierno de pasiones,
atemorizada, subyugada, poseída,
en tu fuero interno...
no se lo permitas,
no le des cabida a sus locuras.
Externamente podrá hacerte mucho daño,
siendo la oscuridad de la razón...una con él,
pero internamente eres tu dueña y señora
manteniendo ahí tu cordura,
no traspasándote su paranoia sexual,
ni su más abyecta adoración por lo carnal.
¡No se lo permitas, no!.
Todavía tienes intacto el don de la palabra
y tus ojos revistiéndose de grandes verdades,
ambos grandes rompedores de ególatras,
masoquistas y defensores de religiones machistas.
Lo que pudieras llevar dentro de tu ser,
es tu libre elección.
Y si ocurriera una segunda vez...
un buen escarmiento en sus órganos sexuales,
darán al traste con su compendio de maquinaciones
transgresiones y violaciones.
La oscuridad y la poca evolución forman un tándem en él,
entre rejas tendrá tiempo de rectificar su compendio de prioridades
viendo a la mujer como un ser con todas sus bondades,
no como una posesión de usar y tirar.
¡Maldito seas hermano!.
¡Recapacita, regenérate y evoluciona!.